EL TERROR DE LAS CHICAS de Jerry Lewis
Un final absolutamente brillante para el ciclo de Jerry Lewis que animó los Lunes en los últimos dos meses.
El terror de las chicas de Jerry Lewis (Estados Unidos, 1961, 95′)
(…) Por lo
dicho hasta ahora y por otras 115.324 razones yo no tengo dudas de que
se trata de la mejor comedia de todos los tiempos. Todo en la película
es divertido, interesante, profundo, mágico, absurdo, libre, gracioso… y
así hasta terminar este número de la revista, los dos que pasaron y las
primeras quince páginas de los próximos cinco. Nunca una escenografía
tuvo un importancia mayor en un film, conjugando a la perfección la
funcionalidad y su significado en la historia. Iluminar esa escenografía
debe haber sido una tarea monstruosa, pero está impecable, de la misma
manera que la utilización del color. La estructura demencial de ese gran
hormiguero es el deseo de un realizador de controlar el universo.
Porque a Lewis, como a los grandes cómicos, el mundo se le revela hostil
y, a diferencia de los otros cómicos, Jerry es incapaz de hacer algo al
respecto. Los planos con grúa que muestran la escenografía y la escena
de la grabación del programa de TV revelan una impecable utilización del
plano general sin que esto le impida luego mezclarlo con fantásticos
gags en primeros planos. Lewis se juega todas la cartas como director y
como actor, y el resultado es el punto máximo de su genial estilo. Un
humor “absurdo y sin sentido” (como diría la pequeña Alicia) que en el
film está plenamente justificado; momentos de delirante poesía y
momentos de sencilla emotividad, gags de inigualable perfección, la
relación “mágica y misteriosa” (como dirían Los Beatles) de Jerry con el
mundo de los objetos cuando nadie lo ve, la siempre presente, y ahora
multiplicada, obsesión por las mujeres, que acá llega a límites
insospechados, y un inquietante número musical de absoluta libertad con
una Big Band incluida tocando en vivo. Música habitual de todos sus
films. La capacidad de Jerry para resolver cada escena no tiene límites
en este film, todo está impecable. Actúan acá también dos de sus actores
de reparto fetiches: Buddy Lester (cuando termine de edificar el
monumento a Jerry Lewis, empiezo a juntar plata para el monumento al
viejo Buddy) y la monumentalmente matrona Kathleen Freeman (cuando
termine el segundo monumento …). (…) Santiago García
Ver El terror de las chicas obliga
a rendirse ante la evidencia de la genialidad de Lewis, entendiendo por
esta palabra abusada un nivel de libertad y creatividad
inaccesible para la gran mayoría de sus colegas. Supongamos que esta
película se exhibiera durante un mes en los cines de todo el mundo y se
obligara a los espectadores (y a los directores) a verla so pena de no
poder entrar nunca más al cine. Es posible que después de esta
experiencia (un poco totalitaria, hay que reconocerlo) la concepción
universal de lo que es el cine evolucionaría de manera favorable. Lo
interesante es que algunos se reirían y otros no (no hay nada tan
subjetivo como la idea de lo que es cómico) pero la importancia del film
está en otra parte: es insuperable en su modernidad. No hay un plano,
una reacción de los personajes, un gag que sean previsibles. Todo puede
suceder detrás y delante de la cámara. Pero las acciones son tan fluidas
como los sueños porque los sueños no tienen estructura dramática, esa
cárcel en la que el cine está cada vez más preso. Pero tienen, en
cambio, la cuota de emociones primarias con la que la película está
siempre conectada. Estamos espiando el soñar de Jerry con sus pequeñas
alegrías y sus profundos terrores. Jerry no es un cómico como los demás a
pesar de que domina tanto los gags orales como los corporales y los
visuales. Más aun, el personaje de Jerry no tiene yo en el sentido de
una personalidad” sino un núcleo de emociones primitivas: es el yo de
los sueños, infinitamente variado pero al fin coherente. Por eso puede
ser infantil o adulto, dulce y violento, paranoico y generoso y hasta
multiplicarse haciendo de su madre o dividiendo su cuerpo en réplicas
que lo persiguen. El terror de las chicas se puede
ver interminablemente sin dejar de asombrarse por la imaginación
continua, la brillantez de la puesta en escena, la mezcla de banalidad
cotidiana e irrealidad, la ferocidad con la que los usos sociales quedan
expuestos. Esta pesadilla de inadecuación sexual, esta cabalgata por el
mundo del cholulismo, este grito de auxilio desesperado tienen lugar en
el decorado más extraordinario que se haya construido, esa casa de
muñecas de geometría indescriptible y de paredes optativas. Lewis es
Godard en primera persona. Quintín
(Ambas notas pertenecen al Dossier Jerry Lewis publicado por la revista El Amante en su Nº 46, Diciembre de 1995)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=ET20N7i6tUU Jerry Lewis as "The Ladies Man" - graduation
ResponderEliminar